Posicionamiento Político
II Congreso Internacional: Pueblos Originarios frente al racismo
500 años de lucha anticolonial en defensa de nuestros territorios
Conferencia de Prensa
Oxlajuj (13) Aq’ab’al
9 de agosto del 2023
El Movimiento de Mujeres Indígenas Tz’ununija’ (MMITZ) y la Comunidad de Estudios Mayas Ixb’alamkyej Junajpu Wunaq (CEMIJW), hemos organizado el “II Congreso Internacional: Pueblos Originarios frente al racismo. 500 años de lucha anticolonial en defensa de nuestros territorios”, que se realizará durante los días Wuqub’ (7) tz’i y Wajxaqib’ (8) b’atz’, 16 y 17 de agosto próximos, con el propósito de evidenciar en términos políticos y analíticos, cómo permanece y sigue operando la dominación colonial y el racismo contra los Pueblos Originarios en Guatemala y Abiayala.
https://www.facebook.com/MovimientoDeMujeresIndigenasTZUNUNIJA/videos/201725566208203
En febrero de 2024, se cumplirán 500 años de la invasión española a nuestro territorio. Desde entonces hasta ahora, población y territorio fueron reorganizados para funcionar bajo los principios del racismo. Esto significó arrebatar la libertad y la autonomía a los Pueblos Originarios y a los Pueblos Africanos, sometiéndoles a la muerte, esclavitud, servidumbre y al robo permanente de su vida y de sus bienes. La brutalidad del genocidio colonial exterminó a muchos Pueblos y los que continúan vivos gracias a su extraordinaria resistencia, siguen afrontando un sistema de exterminio, por lo que persiste la amenaza de su desaparición.
El sistema racista-colonial no terminó con las independencias frente a España, por el contrario, se institucionalizó en los fundamentos y estructuras del Estado-nación y sigue operando cuando las élites acumuladoras defienden con brutalidad lo que han arrebatado con violencia y genocidio. Así, en medio de la álgida coyuntura electoral, los desalojos contra comunidades indígenas, el saqueo de sus bienes y la criminalización racializada continúan, tal como está sucediendo en Kumatz, Barillas, Huehuetenango contra familias retornadas que se refugiaron en México por el Conflicto Armado Interno (CAI); en Tactic, Alta Verapaz, contra familias afectadas por las tormentas Eta e IOTA; en las fincas Amberes I y II en Retalhuleu contra familias campesinas que al buscar un lugar donde vivir, decidieron cuidar el cerro que estaba siendo mutilado por la industria azucarera.
Mientras se sigue exterminando a los Pueblos Originarios, los juicios por genocidio cometidos durante el CAI, son irrelevantes para el corrompido sistema de justicia. Más aún, el actual Estado sigue acumulando crímenes de exterminio cuando: autoriza que los proyectos extractivos trasnacionales arrebaten las tierras donde las familias campesinas garantizaban su soberanía alimentaria, para imponer monocultivos, minería, extracción de petrolero, cementeras; al priorizar que el agua se use para lavar minerales, para el riego de fincas privadas y para el negocio de la energía eléctrica antes que para garantizar la vida de las comunidades que han cuidado el agua por milenios; al dejar morir a la población empobrecida por desnutrición, hambre y falta de atención básica; al expulsar a sus habitantes que desesperados migran para sobrevivir; al provocar daños a la Madre Tierra generando los desequilibrios evidenciados en el calentamiento global. Por todo eso, el Estado colonial republicano merece ser juzgado por los Pueblos Originarios, y juntos procurar nuevas formas de organización política.
El poder racista-colonial es un monstruo con muchos brazos. A la cabeza las élites económicas, políticas y militares, cuyos tentáculos se extienden en los tres poderes del Estado, sistema de justicia, ministerios, aparatos de seguridad, universidad, medios de comunicación, partidos políticos, municipalidades, entre otros. Bajo esta estructura, el régimen electorero ha generado un sistema clientelar, donde los Pueblos Originarios no son tratados como ciudadanos sino como sirvientes y mendigos a los cuales puede tirárseles migajas por votos a cada cuatro años. Desafortunadamente por la destrucción de la memoria colectiva, las políticas de olvido, la desinformación malintencionada, el empobrecimiento y los intereses que despierta el sistema corrupto, el monstruo de muchos brazos termina debilitando la fuerza de los Pueblos Originarios al involucrarlos por la vida individual a sus estructuras.
En la actual coyuntura política, diversas expresiones de los Pueblos Originarios se han manifestado en favor de la defensa de la democracia, preocupados porque las élites en el Estado, quieren anidarse a cualquier costo, lo cual significaría continuar con los graves ciclos de destrucción que estamos viviendo. Su postura ha sido urgente y oportuna, pero también una posibilidad para pensar detenidamente el significado mismo de la democracia en tanto sobrevivientes de un sistema de muerte. No nos inspira, ni podemos reproducir una democracia construida desde los poderes coloniales e imperiales, pues esta se fundó sobre el genocidio de los Pueblos Originarios, sobre la esclavitud de los Pueblos Africanos y en la exclusión de las mujeres. Hemos cuestionado a esa democracia que piensa que la única vía de participación de los Pueblos Originarios es a través del sistema de partidos políticos o como funcionarias y funcionarios públicos.
Los Pueblos Originarios son preexistentes al Estado, por lo tanto, son sujetos de soberanía, libre determinación y autonomía, condiciones indispensables para defender su vida, territorios, bienes, saberes e historia, en su diversidad. Somos sobrevivientes de un exterminio que ha sido permanente pero hemos sido capaces de garantizar nuestra existencia hasta ahora, por lo tanto tenemos mucho que aprender de nosotros mismos, mucho que defender y mucho que enseñar a otros. El “II Congreso Internacional Pueblos: Originarios frente al racismo. 500 años de lucha anticolonial en defensa de nuestros territorios”, es un espacio para juntar luchas plurales, pensamientos, palabras y anhelos para seguir defendiendo la vida que deseamos.
“No se duerman y vencerán, no serán despreciados, hijas mías e hijos míos”.
Memorial de Sololá.
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